El Camino después de la GuerraVideo con el Testimonio de un Sobreviviente durante y después de la Guerra

Un vida trabajando con el bashofu

Sra. Toshiko Taira

Año de nacimiento:1920

Lugar de nacimiento: Aldea de Ogimi

Mi infancia en Kiyoka

Nací en Kijoka, en la aldea Ogimi. Todos los habitantes de Kijoka estaban involucrados con la elaboración del Bashofu. Desde la generación de mi abuelo y padre, mi familia se ha centrado en promover el Bashofu. Mi madre no iba al campo y se dedicaba a tejer el Bashofu todo el tiempo. Crecí escuchando el sonido de su tejido como si fuera una canción de cuna, y desde my temprana edad, ayudaba a mi madre, com hilar hilos. Yo empecé a tejer cuando tenía 10 años. Pero como todavía era de baja estatura y mis pies no alcanzaban la máquina, ajustaba la altura con un tablero de madera. No tejí con hilo de Basho sino con hilo de algodón. Como el hilo de Basho se corta fácilmente solía tejer con hilo de algodón.

Cuando estaba en quinto grado de la escuela primaria Jinjou, ya podía tejer mi propio kimono y también tejí uno para una prima. Cuando estaba en el primer grado de estudios superiores, tejí un kimono kasuri (patrón tenue) para mi madre. Luego, en el segundo año de secundaria después de graduarme de la escuela ayudé a mi madre con el tejido del Bashofu.

Regreso a casa despues de trabajar en la isla principal de Japón

Luego, empecé a trabajar en Shikoku y Tokio. Cuando estaba trabajando en Tokio, mi padre vino a llevarme de vuelta diciendo que no tenía a nadie para trabajar. Inmediatamente empaqué mis pertenencias y regresé a Kijoka. Como actividad del grupo juvenil, todos los días cuidaba de familias de soldados expedicionarios. Estaba tan ocupada que ni siquiera podía hacer los quehaceres domésticos de mi propia casa.

Mientras tanto, llegó el año 1944 y un profesor de escuela juvenil vino a visitar nuestra casa probablemente porque ya me había elegido, dijo que 30 personas del pueblo de Ogimi tenían que ser reclutadas y fui invitada al Cuerpo de Mujeres Voluntarias sin decírselo a mi padre. Decidí con gusto trabajar en una fábrica de municiones en la isla prinicipal de Japón. El 30 de Marzo salí del Puerto de Naha. 5 personas eran de Nago y 30 de Nakijin. Unas 120 personas fueron movilizadas. El barco fue a lo largo de la isla y llegó a Kagoshima en el noveno día.

Hacia la fábrica en Kurashiki

Entonces, sin saber a dónde íbamos, llegamos a Kurashiki, prefectura de Okayama. Ese día era el 20 de Abril. Fuimos bienvenidas bajo los cerezos en plena floración. En la fábrica, ya había una ceremonia de bienvenida dirigida por el presidente, «El Cuerpo de Mujeres Voluntarias ha llegado cruzando la línea de la muerte», dijeron. Luego, en la fábrica de entrenamiento recibí una capacitación práctica durante 1 mes. Nos repartieron martillos, vendas para la cabeza, y ropa de trabajo. Todos los días cuando íbamos a la fábrica desde el dormitorio, cantábamos las canciones del Cuerpo de Voluntarios mientras marchábamos.

Dado que vinimos de Okinawa en estas circunstancias, intentamos no avergonzar a Okinawa de ninguna manera. En aquella época, los okinawenses eran tan discriminados, que nadie se bañaba después de que los okinawenses hubieran usado el baño.

Aprender a tejer al final de la guerra

En Junio de 1945, el gerente de la fábrica nos dijo en un servicio conmemorativo, que Okinawa se había rendido, y luego, el 15 de Agosto se anunció el fin de la guerra a través de una transmisión de voz del emperador. En ese momento, el presidente Ohara nos dijo: “Las personas que tienen un familiar con quien depender, pueden irese con ellos, como tambien, si lo desean, pueden quedarse aquí (en la hilandería)». Y nos entregó a todas una libreta de ahorro con un depósito de 200 yenes a 300 yenes. El Cuerpo de Voluntarios de Okinawa se disolvió y unas 60 personas incluyéndome, permanecimos en la fábrica. Luego, nos trasladaron a una hilandería que estaba en funcionamiento.

Un dia, después de pasar dos meses, el presidente Ohara me dio que deseaba preservar la cultura de Okinawa en Kurashiki, y me preguntó si había algo que se pueda hacer al respecto. Al escuchar esto, le contesté que no podía hacer cerámica ni teñido, pero que solía ayudar a mi madre a tejer el Bashofu en mi comunidad natal. Entonces, el presidente dijo: «Es genial que puedas tejer, también tenemos al Sr. Tonomura» En ese entonces, el presidente Ohara era el director del Museo de Folclore de Kurashiki apoyando las actividades de arte folclórico de Kurashiki siguiendo los pasos de su padre. Y escuché que consultó al Sr. Muneyoshi Yanagi, involucrado en el movimiento de arte popular. Con el propósito de «reconstruir la cultura de Okinawa», incluso en una época en la que estábamos luchando por reconstruir nuestra empresa, incluimos en nuestro plan de negocios e invitamos al profesor Kichinosuke Tonomura de la Asociación de Arte Popular de Japón. Aprendí técnicas del tejido organizacional del profesor Tonomura. «Tejer viene del corazón» es lo que el profesor Tonomura solía decir a los tejedores. Y también nos decía que «el corazón se refleja en el tejido». Nos enseñó no sólo las técnicas sino también la actitud hacia el tejido.

Retiro de Okayama

En 1946 debía regresar a Okinawa, En ese momento, estaba muy indecisa porque hasta ese entonces, la empresa además de habernos preparado todo, nos permitió hacer libremente lo que queramos. Y además de pagarnos un sueldo, nos daba comida adecuada, como también un dormitorio, por lo que pudimos vivir sin inconvenientes. Estaba llena de remordimientos por tener que irme de ahí. Muchos okinawenses que vivían cerca de las fábricas y en Okayama, vinieron a despedirnos a la estación Kurashiki. El presidente Ohara y el profesor Tonomura, Jefes y ejecutivos de la empresa estaba también ahí. Cuando estábamos partiendo, todos ellos nos dijeron: «Protejan y desarrollen el tejido okinawense Bashofu, incluso cuando regresen a Okinawa» con voz entrecordata, eso nos dijeron. Al escuchar estas palabras, quedé llena de gratitud desde el fondo de mi corazón, inclínandome muchas veces, me despedí de todos ellos. Subí al barco desde el puerto de Ujina en Hiroshima, y llegamos a Kubasaki.

Cuando llegamos a Naha, nos encontramos con una zona quemada hasta donde alcanzara la vista. Habían carpas de acampamentos por todos lados, nos subimos a un camión y llegamos a nuestra ciudad natal. El paisaje de Okinawa que vi a lo largo del camino era el azul del mar y el verde de las montañas, una vista muy nostálgica.

A Kijoka, mi ciudad natal

Cuando volví a Kijoka, el borde de la costa había cambiado con carpas de campamento y casas con techo de paja alineadas. Muchas casas en el pueblo fueron quemadas. Tan pronto como llegué a mi casa, traté de rezar en nuestro altar budista, pero cuando vi la tablilla mortuoria sentí que algo estaba mal. La tablilla mortuoria que solía estar allí había sido reemplazada por una antigua. Había una gran tablilla mortuoria estilo chino en mi casa. Cuando le pregunté a mi familia al respecto, me dijeron que los soldados estadounidenses estaban destinados en la Escuela Primaria Kijoka, y que decoraron la habitación del capitán con nuestra tablilla mortuoria. Varias cosas de mi casa se perdieron debido al caos de la guerra, como los travesaños, las decoraciones de las alcobas y las puertas de tormenta. La casa de mis padres había sido reconstruida en 1941, y piezas como las puertas de tormenta deberían de haber estado allí, pero esas piezas nuevas habían sido retiradas y sustituidas por otras viejas. Cuando miré dentro del Takakura (almacén), encontré montones de valiosos objetos y productos lacados.

Renacimiento del Bashofu después de la guerra

En aquella época, todos los aldeanos estaban haciendo trabajo militar. Salían los Lunes en un camión militar estadounidense y regresaban los Sábados, así era la vida en ese entonces. Los campos de Basho de cada familia en nuestra comunidad habían desaparecido. El ejército estadounidense había incendiado los campos de Basho porque decían que era una fuente de los mosquitos que causan la malaria. Aún así, los brotes de Basho solían crecer pronto, y el Basho de mi residencia apenas comenzaba a crecer. En aquella época no había grandes campos, y la fibra de Basho aun no estaba lista para ser usada en tejidos. En cambio, deshilaba las carpas, guantes y calcetines, y tejía con ese hilo.

Cada familia de la comunidad tenía telares y herramientas para textiles. La máquina de mi casa era usada por mi tía. En el Takakura (almacén) había una herramienta para tejer. Solíamos tener muchas polillas de seda en nuestra casa, así que había hilos de seda guardados en el techo. Mi madre los sacaba y hacía hilo de algodón para hacer telas. Como no quería usar sólo telas lisas, las teñí con tinte de Miyako y árbol de Fukugi.

Reconstrucción y desafío de la elaboración del Basho

Una herramienta llamada «Soukou (lizo)» quedó empapada debido a un tifón así que decidí fabricarlo de alguna manera. Mi tía no sabía hacer lizos, pero tenía uno y me la dio. Utilicé ese lizo como modelo para hacer el mío. También había una herramienta llamada «Osa (caña)» y saqué todas las cañas viejas. También habían herramientas para tejer llamadas «Hi (lanzadera)» y «Shinshi (templazo)». Yo armé mi templazao con huesos de cerdo procesados. Usé mi creatividad de esta manera para fabricar las herramientas. No fue hasta un tiempo después que pude intentar tejer un Bashofu.

Pude tejer el Bashofu, pero en comparación con los veteranos, había tanta diferencia como entre un adulto y un niño. De todos modos, me aseguré de que el Bashofu que tejí estuviera listo para la exhibición. Quería utilizar el hilo que tenía mi madre de cualquier manera que pudiera para hacer mi Bashofu y teñí el hilo con una planta llamada Sharinbai. De todos modos, me desafié a mí misma a elaborar nuevos textiles. El hilo que tenía mi madre no fue suficiente, y dado que había muchos hilos Basho en el pueblo de Noha cerca de Kijoka, pedí que me proporcionaran el hilo de alguna manera. El hilo de buena calidad lo utilicé para hacer kimonos con el Bashofu, y el hilo de mala calidad lo usé para mí. Así que compraba los hilos de esa manera. En aquella época, incluso una simple pieza de tela costaba 600 en «B Yen» (billete militar de EE. UU.). Suficiente hilo para hacer una sola prenda costaba solo 200 yenes, y cuando tuvimos suficiente hilos de Basho, hicimos «Hitoeobi (obi individual)» para hombres. Eso fue lo primero que hice, y luego usé el hilo restante para hacer un paño para poner debajo del jarrón. Les pedí a los habitantes de Kijoka que también los hicieran y lo difundan para popularizarlo. Hicimos cinturones de obi, y con el Kasuri (patrón tenue) sobrante, hicimos «Noren (cortinas partidas)» y portacartas. Eso fue bien recibido por los estadounidenses. Las personas que escucharon sobre esto vinieron a visitarnos, y decidieron venderlas en las tiendas del aeropuerto como recuerdos y regalos. En ese momento, el ejército estadounidense estaba en Okuma de la Aldea Kunigami, como también en la Base Aérea de Kadena, y ellos también vinieron a visitarnos. También le pedí a los habitantes de Kijoka que colaboraran conmigo. Hice mis propios cálculos de cuánto tiempo les llevaría para hacer el trabajo y pagar a todos por su tiempo. Traté de vender el Bashofu por 10 a 20% más de lo que podría vender a un intermediario. También aprendimos cómo ponerles precio para la venta real. Nosotras negociamos para poder pagar tanto como sea posible a las personas involucradas en la elaboración del Bashofu, incluido el costo del local de venta.

Un mensaje para los jóvenes

Creo que los jóvenes de hoy no solo se preocupan por sí mismos, sino que también tienen una formación académica, una gran cantidad de conocimientos y un entorno integral. Por eso, me gustaría decirles que piensen en cómo podrían dejar un buen resultado de trabajo, y en cómo podrían transmitirlo a las generaciones futuras.


En 1974, el «Bashofu de Kijoka» fue designado nivel nacional como Patrimonio Cultural Inmaterial Importante. La Sra.Toshiko Taira se convirtió en presidenta de la «Asociación de Preservación del Bashofu de Kijoka», se dedicó a la promoción del Bashofu, y a la capacitación de las generaciones futuras. En reconocimiento a sus logros, la Sra. Toshiko Taira fue reconocida como poseedora del «Bashofu» Patrimonio Cultural Intangible Importante (el llamado «Tesoro Nacional Viviente»), designado a nivel nacional en el año 2000.